Como lo reconoció el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el país deberá hacer frente a una crisis económica inevitable que tendrá lugar este año debido, principalmente, al Covid-19, así como al desplome en el precio del petróleo, la caída de la bolsa, entre otros factores. Dicha crisis, como cualquier otra, genera incertidumbre acerca de las consecuencias que tendrá para las negociaciones de operaciones de crédito, entre ellas, las operaciones de factoraje financiero.
El factoraje financiero es una forma de obtener financiamiento; permite la transformación de activos no líquidos en recursos con disponibilidad inmediata al transmitir derechos de crédito de cuentas por cobrar. A la vez, es benéfico para los corporativos, pues este tipo de operaciones refleja salud crediticia ya que no se expresa como un pasivo en los estados financieros de la sociedad que opta por este tipo de financiamiento. En este sentido, el factoraje financiero cuenta con dos opciones: a) factoraje con recurso, y b) factoraje sin recurso. A diferencia del factoraje sin recurso, el factoraje con recurso garantiza, en beneficio del factorante, obligatoriedad solidaria del factorado en el pago del derecho de crédito. Esto significa un menor riesgo, por lo que suele ser preferido frente al factoraje sin recurso.
Por la naturaleza de la operación, el factoraje implica incertidumbre respecto al pago, y en una crisis económica, la incertidumbre tiende a aumentar. La naturaleza de los derechos de crédito que se transmitan en una operación de factoraje permite identificar, en cierta medida, qué podría esperarse respecto de unas u otras operaciones de factoraje, justamente dependiendo de la naturaleza de los derechos de cobro. Al factor de la incertidumbre se une el aumento de riesgo de impago que genera una crisis económica.
Asimismo, aquellas instituciones que recurren al factoraje financiero, no para conseguir liquidez, sino para obtener una ganancia de la transacción, miden el riesgo de impago y lo reflejan en la disminución del precio que están dispuestos a pagar por los derechos de crédito, por lo que si aumenta el riesgo, aumentará el costo que asumirán aquellos que busquen financiarse por medio del pago anticipado de su cartera. Sin embargo, posiblemente, los derechos de crédito cuenten, por esa misma situación, con un interés muy alto, por lo que, de lograr cobrarlos, habría una ganancia alta para aquellos que obtuvieron los derechos de crédito por medio de factoraje financiero. La cuestión es, en un panorama de crisis, qué tan sostenible será cobrar los derechos de créditos, y más aún, cuál llegará a ser el costo de la falta de confianza por parte de los inversionistas en el pago de sus derechos, también es prudente cuestionar si la alta rentabilidad podrá subsanar dichos riesgos.
Como es razonable, la calidad de los derechos de crédito es directamente proporcional a la calificación crediticia de quiénes los emiten, dicha calificación es un factor que, naturalmente, será importante tener en cuenta, y que, posiblemente, a lo largo de este año en el que se avecina el inicio de una crisis financiera, sufrirá ciertos cambios.
En cuanto al mercado internacional se ha optado por flexibilizar la política monetaria, por lo pronto, en EE. UU., la Reserva Federal (Fed) recurrió a una disminución de la tasa para estimular el crecimiento económico, así como el Banco Central Europeo, el Banco Popular de China y el Banco de Inglaterra, entre otros, incluyendo el Banco de México. Sin embargo, el cierre de fronteras y la cuarentena obligatoria en algunos países, será un factor determinante en la precariedad de la economía mundial.
En suma, es verdad que los inversionistas optarán por realizar operaciones de factoraje financiero, en parte, dependiendo de los factores tradicionales, tales como la naturaleza del derecho de cobro, la calificación de quiénes los emiten, etc., pero también es verdad que esta nueva crisis ha afectado y continuará afectando los mercados financieros, aumentando el riesgo y su correspondiente aversión, por lo que es altamente probable que las operaciones de factoraje financiero sean parte del daño colateral, aunado a que aumentará el costo que asumirán aquellos que busquen financiarse por este medio.